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Despertar

Mientras un retumbante sonido hacia vibrar las gruesas paredes y temblaba en mis tímpanos, me observaba agitadamente preguntándome, cuantas veces se habría observado ella en un espejo, dudando, temblorosa de si y en una situación muy parecida, o muy distinta, se hubiera determinado, entre rojos pómulos y aliento sosegado, seguir adelante.

El amargo sabor de la cebada tostada y el trémulo ya, humor del costoso tabaco, que hasta compartirlo había sido desgastante, permutaban tímidamente entre cada mascada al chicle de menta, que intentaba expiar de mi, todas las drogas y todos los pesares, que aun después de los fallidos intentos, trataba de so bregadamente, liberar de mi mente.

Esa es la resignación de la que tanto había oído hablar. Sin duda la use durante mucho tiempo, y no logro mas que post-postura, y ahora que se materializaba en una camisa, un dolor y a la vez, una liberación, resplandecía centelleante frente la rebeldía que habría de generarse.
Mientras prematuramente desterraba a mi hermano de sus virtuales aposentos, y lo traía de vuelta a donde por tan largo tiempo habíamos compartido el humor de unos cuerpos inmobiles que noche tras noche se juntaban para darse calor, el desconsuelo y el castigo que tal destierro conllevaba, contraeria el levantamiento a un impositorio irrelevante.

Me retire la camisa que llena de olores desagradables y a la vez inapropiados para tan ingenua criatura, pues habrían hecho de la tan aclamada noche, desagradable, ciertamente.